Historia de la BEAEP

Llevamos 90 años rescatando y promoviendo la cultura nacional

NUESTRA HISTORIA

En septiembre de 1928, después de treinta años de ausencia, regresaba un joven sacerdote quiteño que por razones políticas de la época había marchado junto a su familia a tierras europeas. Gracias a la piedad cristiana de sus padres este joven junto a sus cuatro hermanos y tres hermanas había sentido el llamado a la vida religiosa y recibido una sólida formación académica que aplicaría más tarde en su tierra natal.

El P. Aurelio Espinosa Pólit, S.J. volvió de Europa con mucha sabiduría en su mente y corazón. Había recorrido muchos países bebiendo de las mejores fuentes y ahora estaba en los límites de una pequeña población llamada Cotocollao, ubicada doce kilómetros al norte de Quito, en medio de campos, fincas y parcelas en donde iniciaría su titánica tarea espiritual y humanística.
 
Destinado por sus superiores a la dirección de estudios en el Colegio Noviciado San Ignacio, que la Compañía de Jesús mantenía en el citado Cotocollao, empezó una fecunda y perseverante labor de maestro en humanidades y literatura que había de sostener por más de treinta años consecutivos con la dedicación total de su rica personalidad.
A los pocos meses de su retorno a Quito fue gestando una idea que le brotaba de lo más íntimo de su ser, pues, como él lo afirmaba con sano orgullo: “había nacido entre libros”, en julio de 1894 en la biblioteca de Mons. Manuel Pólit Laso, hermano mayor de su madre. El 1 de abril de 1929 vio la luz primera la “Biblioteca de Autores Ecuatorianos” en un pequeño salón del Colegio Noviciado gracias a donaciones de familiares y amigos que confiaban en su visión patriótica de salvaguardar el patrimonio escrito ecuatoriano.

La revista “Mi Colegio” del Colegio San Gabriel publicó una noticia en su edición de 1930 que con el pasar de los años se ha convertido en una referencia clave para la cultura de nuestro país: el nacimiento de una singular biblioteca en la población de Cotocollao.

La motivación principal que tuvo el P. Aurelio residió en el amor que profesó a su amada tierra quiteña y ecuatoriana acentuada por el largo destierro europeo. Él fue un apasionado por todo lo ecuatoriano que tuviese un carácter singular para la memoria y patrimonio nacional. Se sintió llamado a rescatar, cuidar y organizar todos los escritos desde los albores de la Real Audiencia de Quito hasta el primer tercio del siglo XX. Su vasto conocimiento de la cultura europea le había enseñado que la conservación de los bienes más preciados que conforman la identidad y carácter de una nación es tarea fundamental no sólo para las entidades públicas culturales, sino una obligación para todo ciudadano.

 

Causa admiración la audacia creadora del P. Aurelio, porque la empresa que se gestaba en un lugar alejado de Quito no había tenido lugar antes en ninguna parte de nuestra patria, y quizá, a nivel universal. La cruzada intelectual del P. Aurelio era algo completamente distinto a todo lo conocido: él fundó una biblioteca no especializada en una materia, ni tampoco abierta a documentos foráneos, ni asociada a algún centro educativo. Su visión fue genuinamente patriótica al crear una biblioteca netamente ecuatoriana que contuviese todos los documentos, escritos y obras de autores ecuatorianos. Y esta biblioteca estaba dirigida ¡por un sacerdote jesuita que tenía el apoyo de contados novicios y estudiantes de la orden!

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Lastimosamente, la intensa vida del P. Aurelio se apagó más pronto de lo imaginado. El 21 de enero de 1961 fallecía en su querido Cotocollao luego de una penosa enfermedad que segó la vida al sembrador, pero, no a los admirables frutos que éste había cosechado. Uno de estos frutos es la Biblioteca de Autores Ecuatorianos que con el transcurrir de los años tomó el nombre de su ilustre fundador.

El sucesor del P. Aurelio durante pocos años fue el P. Oswaldo Romero Arteta, S.J. que entregó la posta al P. Julián Bravo, S.J. quien durante treinta y cinco años cuidó, acrecentó y puso en un sitial destacado a la Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit. Gracias a l trabajo tesonero del P. Bravo la Biblioteca Ecuatoriana acrecentó sus fondos y dio forma a una obra que rebasó la original biblioteca de autores ecuatorianos hasta incrementar sus colecciones bibliográficas, archivísticas y museográficas en notabilísimo número.

Cuando el P. Julián entregó la dirección de la Biblioteca Ecuatoriana en junio de 2000 legó la mayor colección bibliográfica de autores y temas ecuatorianos que junto a las otras colecciones archivísticas y museográficas ocupaban casi la totalidad de los espacios del edificio del antiguo Colegio Loyola ubicado frente a la sede original.

Hoy en día, la Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit cumple su misión en la senda trazada por su fundador de conservar la memoria de nuestra patria adaptada a los tiempos y recursos tecnológicos actuales que permiten una mayor difusión de su patrimonio. La Biblioteca Ecuatoriana es el mayor Centro Cultural de la memoria de nuestro país y por ello lo llamamos así con orgullo y responsabilidad. Cerca de cumplir los cien años de servicio ininterrumpido a la cultura nacional renovamos nuestro compromiso y confiamos en seguir adelante por años sin término para bien de nuestro amado Ecuador.

BIBLIOTECA ECUATORIANA AURELIO ESPINOSA PÓLIT

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